Cuando recibí su correo en el que contaban la idea que tenían para su gran día, admito que para mí fue un reto y también una gran ilusión poder organizar algo tan especial para dos personas que venían desde mi tierra, Italia.

Desde el primer día, me dijeron muy claramente que lo que querían era algo muy romántico, íntimo, especial y en un lugar remoto, fuera de las grandes ciudades y rodeado de naturaleza…Querían una boda de cuentos de hadas.

En mi búsqueda por encontrar un espacio perfecto para ellos, recorrí muchos lugares preciosos de España, hasta que di con una pequeña joya escondida en un pueblo de la provincia de Jaén, rodeada de olivos, elegante y señorial, el Castillo de Canena.

La provincia de Jaén es una tierra noble y sencilla, con un patrimonio cultural sorprendente y donde la historia, la arqueología, las leyendas y costumbres, te hacen revivir la herencia de otras culturas.

Y fue este lugar de otros tiempos, el escenario elegido para esta boda de destino tan íntima, en la que participaron sólo los familiares más cercanos, padres y hermanos de los novios, que aprovecharon este día tan especial para reunir a las dos familias y compartir juntos un amor tan puro como el de esta encantadora pareja.

El Castillo de Canena es un castillo-palacio del siglo XVI de estilo renacentista. Perteneció a Francisco de los Cobos y ahora es propiedad de la familia productora de uno de los mejores aceites de oliva virgen extra.

Y aquí, en este tesoro escondido entre un mar de olivos, empezó la magia…

Emanuele, con un traje de Andrea Versali para Monteleone Sposi, se preparó en una de las suites del castillo, mientras Barbara en la suite de la torre del homenaje, llevaba un vestido de Monteleone Sposi en colaboración con Donatella Piccarreta  y Cotin Sposa, y completaba el look con unos impresionantes zapatos de Sophia Webster.

El maquillaje de la novia, natural y en tonos cálidos fue de Sophie Makeup. Y  Lola Cabezas fue la encargada del romántico peinado en ondas y con un semi-recogido de trenza.

La ceremonia se realizó en el precioso patio porticado, donde un cuarteto de cuerda acompañó los momentos más emotivos.

Y como por arte de magia, justo después del «Si quiero», las campanas del pueblo sonaron para coronar ese momento tan especial.

La decoración floral corrió a cargo de las mágicas manos de Siloh Floral Artistry, una artista de las flores, con un gusto exquisito y que convierte cualquier lugar en un sueño.

Para el altar creó un arco que cubría una parte de las columnas del patio con follaje y rosas en tonos crema y marfil. Las flores se complementaban de forma natural con la arquitectura de las arcadas, las columnas y el suelo. Creando así un estilo fine art, refinado y romántico.

El precioso ramo de la novia de forma orgánica y natural, femenino y con colores suaves llevaba un lazo de seda en color arena.

Después de la ceremonia, la pareja y sus invitados pasaron a la terraza donde les esperaba una preciosa mesa por debajo de una pérgola y con vistas al pequeño pueblo y al verde de los olivos. Los centros de mesa de forma orgánica y romántica, y en tonos crema, marfil y rosa empolvado, se mezclaban con velas en color arena y portavelas de latón.

La pareja quiso dar un toque andaluz regalando a cada invitado un azulejo en colores vivos hecho y pintado a mano.

El cuarteto de cuerda de la agencia 12Palmas amenizó la cena a cargo del Catering Delicias, mientras que una deliciosa tarta de chocolate con crema de queso y frutos del bosque cubierta de fondant y decorada con flores naturales, venía de las manos de Velvet Marbella.

Después de un baile bajo las estrellas al ritmo de “Summertime”, un espectáculo flamenco cerró esa noche mágica.

Cada momento, cada detalle y cada emoción fueron captados por Doncel y Alcoba, que a través de sus fotografías transmiten su pasión por contar historias y expresar sentimientos.

Sin duda fue una boda íntima, única, especial e inolvidable.

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